Alberto

Dicen que soy el mayor de Cuatro Suspiros. Eso no quiere decir que sea más sabio: la Vida y los años vividos son cosas muy diferentes. Leo porque escribo, y escribo porque leo. Escribo por eso, y porque me ayuda a pensar mundos alternativos, vidas de otras personas. Garabatear es para mí una terapia que, aunque en algunos de mis cuadernos data de 2004, a Internet no llegó hasta un lustro más tarde, en mi blog “Eso son cosas que pasan”, donde relato mi vida y mis reflexiones.

Aunque gallardo caballero, mi armadura no es tan resistente como los demás creen, o como yo les hago creer. Escribo muchas de las palabras que no digo. ¿Y debajo de ese caparazón? Un palpitante corazón que entregaría con una única condición: que no sea maltratado, pues para estar hecho de cristal y recuerdos, ya ha sufrido demasiado. Cuatro Suspiros es un proyecto que admiro profundamente. Lleno de vida (especialmente), de juventud (divino tesoro) y de talento (enorme), en el que, al tiempo que aprendo, soy uno más junto a la letra de Dani y la imagen de Anaís y María. 

La intimidad individual no vale nada. Por paradójico que parezca, hay que compartirla con alguien, pues nada es más íntimo que el Universo que nace cuando los labios de dos personas se rozan.

Un roce,

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