18 sept 2012

¡No es culpa mía ser un erizo!

Publicado por pucelano13



Soy consciente de que, entre aquellas verdes hojas, perdí algo más que tu mirada de madera y tu sonrisa de marfil. Perdí, y no es poco, algo más que a ti. Me perdí a mí. Porque, ¿cómo reconoce el poeta que su voz en verso no se ajusta con la métrica de su vida? Hace mucho  (créeme, mucho) que el destino de mi vida lo marca el desatino de mis pasos y no los impulsos de mi corazón. Si es que tengo de eso.

Porque, ¿cómo le dices a tu musa “oye, cariño, tus besos no me dicen nada”? ¡Si seguro que el problema era de mis besos y no de los tuyos! Que en el más cálido abrazo descubrí que yo era muy frío. Intenté penetrar en tu alma (lo juro), regalarte la mía. Te cedí mi “todo” en la nimiedad de un trozo de tela (¿o ya lo has olvidado?) buscando una unión que no conseguí.

Que todo iba bien  hasta el “te quiero”. Que me da miedo que me amen. ¿O no te diste cuenta? Sólo soy un erizo: te atraje hacia mí con sencillez y dulzura… y saqué los pinchos cuando quisiste tocarme. Como hago siempre. ¡Pero no es mi culpa ser un erizo!


A veces sueño…  A veces sueño que ya no soy un erizo, que soy un pavo real abriendo su cola al mundo, haciéndome ver, haciéndome notar; orgulloso, altivo y altanero. ¡Pero sólo soy un erizo! No estoy hecho para jardines reales, princesa. Soy marrón, chiquito, siempre a la defensiva. Mi sitio está aquí, en el bosque, viviendo en la sombra… con los otros erizos. Quizá sólo fuera un erizo con suerte. O, quizá, sólo fuera un erizo que arriesgó mucho. Pero, ¿sabes?, no me arrepiento. Yó sólo podía avisarte de lo que era; no cambiar mi naturaleza. ¡Y te avisé!

¡Pero no pienses que te culpo a ti! Tú eras una princesa… y las princesas deben cuidar de sus erizos. A fin de cuentas, el bosque también está dentro de sus dominios.

No puedo jurarte que seré un pavo real. Pero sí puedo decirte que una vez fui piedra dura, seca, resistente e insensible. Y, cuando era piedra, soñaba con al menos ser erizo. Sé que no quieres amigos erizos. Pero me da igual: fuiste tú la primera princesa que se atrevió a acariciarme los pinchos. Quizá sea erizo y no elefante… pero yo tampoco olvido.

Me despido ya, princesa. Ya has encontrado tu palacio, no precisas mi compañía. Tú misma lo quieres así. Sin embargo, y antes de cederte un último pensamiento, te deseo que encuentres a tu pavo real. Porque aparecerá, aunque antes de dar con él toparás con más piedras y más erizos. Pero no me culpes por esto. Y no te culpes a ti tampoco. Tú no elegiste ser una princesa. Yo no elegí ser un erizo.




Texto: Albi  (@albivioleta)
Foto: Anais        (@destroyer8)

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