6 jun 2013

Me haces creer

Publicado por Alberto


Te necesito, pequeña, y no lo sabes. Tú, que vives en un rincón donde nunca he estado. Tú, que naciste en otro rincón que nunca visité. Tú, que tienes esos ojillos que no dejan de repetírseme en la memoria. No lo sabes.

Quiero que tu rostro se enfrente al mío, pero en una lucha que tiene que ser uno de esos combates que terminan con los ojos cerrados, las lenguas entrelazadas y esos increíbles silencios de pausa, cómplices y encendidos a un tiempo. 

¿Cómo es posible que tan pronto consiguieras desarbolarme? Nadie había tenido antes esa capacidad para hacerlo, para hacerme creer. Creer en esto, sea lo que sea, que me carcome por dentro. Creer en un imposible más real cada vez. Creer en ti y en mí como si nada pudiera separarnos.

Eres lo único que veo madrugada tras madrugada, dormido o despierto, cuerdo o desnortado. No me reconozco. Has llegado hasta la fuente de mi ser y la has tomado toda para ti sin que sea capaz de sacarte de allí. He intentado leer para dejar a un lado las ganas de tenerte, pero lo único que he conseguido ha sido ojear y hojear palabras, párrafos y páginas sin ton ni son, mirando sin ver. He hecho deporte, me he ocupado del ocio y del negocio. Nada importa nada. Al final, reapareces desde las entrañas de mi subconsciente una y otra vez. Veo tu mirada, escucho tu voz, y desde la distancia, involuntariamente me haces sonreír.

No sé qué hacer. Para bien o para mal, nos conocimos de casualidad, pues te acercaste a mí sin saber siquiera de mi existencia, sin saber si yo era yo. Toda la vida buscando y rebuscando en esta ciudad polvorienta y resulta que lo que tenía que hacer era mirar más alto, y dejar que el fresco aire del mar me invadiera.

¿Y ahora qué? Mi sentido común, dominante, ha colocado fuertes argollas a mi recesivo corazón, logro que consigue demasiado a menudo. Ni avanzo ni retrocedo. Dos caminos se inician en este punto de mi historia: por un lado, el sencillo, el que siempre he usado, que lleva directo a la huida. Por otro, la senda más compleja, la que nunca tomo, la que me conduce a ti como un tren a toda velocidad, que no sabe si va a alcanzar su destino con vigor o si se encamina al enésimo accidente por descarrilamiento.

Me imagino llegando a tu estación y te imagino en el andén, esperándome, recoleta, sonriente. Seré el cobarde de siempre o el valiente de nunca. ¿Me dejaré llevar por el viejo caballo de hierro hasta ti o me quedaré, apocado, inmóvi, bajo esta marquesina de acero tan protectora que terminará por asfixiarme? Aún no lo sé, pero quiero que esta partida frente a mis miedos la ganes tú.

Texto: Alberto (@AlbertoCdP)
Imagen: Anais (@destroyer8)

0 comentarios: