Siete y cinco
Publicado por Dani Rivera
Miró de nuevo al reloj.
Las siete y tres. Ya llegaba tarde, como siempre, pero a Diego no le
importaba. Había soñado con aquel día desde que Natalia se había
marchado de vacaciones, allá por junio, a su Santander natal. Tres
meses sin verla que se habían antojado larguísimos, un profundo
océano que separaba su última cita a finales de mayo y el día de
hoy, tres de septiembre.
Imaginaba que ella no le
habría echado de menos y desde luego no tanto como él la había
extrañado. Eran ya más de cuatro años de amistad y todavía seguía
incapaz de domar a su inquieto corazón cada vez que la veía. No
podía reprimirlo y ya estaba cansado, cansado de ver que ella le
sonreía como sonreía a cualquiera, que las miradas cómplices tan
sólo contaban historias de amigos, que cada vez que le tocaba tenía
que ahogar un lamento... Cuatro años ya...
Nada es más difícil en
la vida que callarse un 'Te quiero' aun cuando deseas gritarlo. No
había nada que temiese más que ver sellar sus labios con los de
otro. Y que ese otro no fuese él. No hay nada que le diese más
miedo en su vida que recibir algún día una invitación para la boda
de Natalia. Nada en el mundo le sobrecogía tanto el corazón como
saber que había desperdiciado su oportunidad de ser feliz junto a
ella. Decenas, cientos, quizá miles de veces se dijo a si mismo que
tendría que decírselo, pero decenas, cientos o quizá miles de
veces se había convencido de que aquello sólo podría ser un
tremendo error.
Siete y cinco. El
constante caudal de personas que entraban y salían del centro
comercial le hacía cuestionarse que tal vez hubiese sido mejor
quedar en otro punto de la ciudad. Trató de apartarse más de la
puerta de entrada mientras miraba a su izquierda y a su derecha.
Nada. Natalia todavía no llegaba.
Y ahora estaba allí, un
náufrago en un mar de personas, solo, como desde que la conoció,
aguardando que algún día fuese ella la que se armase de valor y
confesase un amor secreto por él. “No... Eso no pasaría nunca”
pensó Diego.
Estaba tan absorto en sus
pensamientos que ni se dio cuenta de que a su lado ya estaba ella,
jadeando, como tras una larga carrera hacia la impuntualidad. Al ver
que seguía con la mirada perdida en algún punto de un adoquín,
Natalia le tocó el hombro.
- “¿Cuánto llevas esperándome?” dijo ella mientras trataba de coger el aire que le faltaba.
Aquello le había pillado
por sorpresa, se giró y la vio. Y sin pensar contestó. Y cuando no
piensas a veces metes la pata... O no...
- “Cuatro años, tres meses, cinco días y diez horas...”
Silencio. Natalia esbozó
una sonrisa.
- “¿Pero no habíamos quedado a las siete en punto?”
- “¡Ah” Dijo Diego dándose cuenta de su error “Es que yo llevo esperándote desde que te conocí...”
Texto: Dani (@Dani_RiveraRuiz)
Foto: María (@Martresdelicias)
Una vez más, impresionante.
ResponderEliminarLa foto y el texto son geniales.
¡Enhorabuena chicos/as!
¡Muchas gracias! :)
ResponderEliminarCallarse un "te quiero". Qué real.
ResponderEliminar¡Enhorabuena, tanto por la foto como por el texto.