22 oct 2012

Acorazado descorazonado

Publicado por Destroyer



París es la Ciudad de la Luz. París regala paseos por los Campos Elíseos, cogidos de la mano. París acoge besos en un barco que recorre el Sena. París, en sus cientos de guaridas, aloja infinitos actos de amor con la Torre Eiffel como testigo. París, en fin, iba a ser la sede de nuestra intimidad, aunque sólo fuese durante unos días.

Pero tú dijiste “no”. Nuestra partida estaba decidida y, cuando menos lo podía esperar, en tu interior habías descubierto que el amor que yo te profesaba no era correspondido, que yo era solamente tuyo pero a la vez a ti te compartía, sin saberlo, con alguien cuyo mayor mérito era conducir más aprisa o ejercitarse en el gimnasio. Supongo que aquel viaje habría superado tu capacidad de disimulo, y ni siquiera alguien de esa catadura habría podido aguantar. O sí.

Porque ya no sé que creer. Siempre me he considerado una persona inteligente, despierta, pero tú me has demostrado mi error. Tu embuste ha demolido de forma inmediata otro que yo mantenía conmigo mismo. Porque en realidad soy un iluso, al que cualquiera embauca. Fuiste la primera a quien concedí la llave que abría la coraza de mi corazón, con la cual me protegí durante años, probablemente demasiados. Sospecho que ya habrás decidido subastarla al mejor postor a cambio de treinta monedas de plata, desguazando este antiguo acorazado, para que ahora no sea más que un descorazonado con el alma lacerada.

Hacía tiempo que groseramente maltratabas mi fidelidad, aunque durante meses no habías tenido el coraje para que aquello saliese de tus labios, que yo creía solamente míos. Cuando la infamia llegó a mis oídos, la realidad estalló, dejando mi existencia reducida a una mera pila de cristales rotos. Así volvieron mis inseguridades, mis miedos, que atropellaron a mis ilusiones, mis anhelos. Tú elegiste. Yo perdí.

Por eso tú ahora estás con ese ignorante musculado, patán, iletrado y pendenciero, en una populachera y ruidosa playa, donde el culto al cuerpo y el ocio carente de poso campan sin cortapisa alguna, donde mañana no recordarás lo que has hecho hoy, donde la levedad del ser parece menos insoportable, aunque sea mayor. Donde la Vida, en fin, sólo es vida.

Por eso yo ahora estoy solo, con la vista brumosa por las lágrimas, mientras el eléctrico haz blanco de la pantalla ilumina mi rostro aciago y se proyecta dentro de las oscuras profundidades de mi cuarto, mostrando al tiempo preciosas imágenes, que ahora se vuelven hirientes, de una ciudad que ya jamás será nuestra.

Texto: @AlbertoCdP
Fotografia:@Destroyer8

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